lunes, 16 de mayo de 2011

A PROPOSITO DEL BICENTENARIO DE MI PATRIA

Unas finas gotas de llovizna aún caen persistentes, pero la gente camina presurosa sin apenas notarlo, como pocas veces se ha visto grupos de jóvenes, chicos y chicas bromeando, comentando algo que habían visto, riendo a carcajadas, familias enteras, familiones como los nuestros bien paraguayos, con el más pequeño subido a hombros de papá, de popular ka'irô y los mayores empujándose unos a otros. Un matrimonio de adultos ya mayores camina lentamente, un señor alto de cabeza completamente blanca rememora hechos de la historia y su señora más bajita y coquetamente vestida lo mira embelesado con esa mezcla de amor y admiración de años. En una esquina una monja, con tres compañeras más a bordo, intenta estacionar una camioneta enorme bajo las indicaciones de un cuidacoches que en vez del trapo cotidiano en la mano sostiene una bandera tricolor.
La emoción flota en el ambiente, es exultante sentirla, los sentimientos a flor de piel, un solo grito, una sola pasión los unifica y nos hace vibrar al unisono exclamando PARAGUAY, PARAGUAY, PARAGUAY!

Las fachadas de los edificios históricos renovadas, luciendo colores poco convencionales, cambiantes y saltarines. Paraguayos y paraguayas agolpados en los frontispicios peleando un espacio para tomar una foto que inmortalice este instante tan nuestro, tan de todos! Ciudadanos asuncenos que unos días atrás pasaban sin mirar frente a los mismos edificios, caminando con prisa por las mismas calles, por las mismas veredas, sumidos en sus propios pensamientos y dilemas, mirando sin ver. En estos días tan emotivos en cambio, como el turista más lejano y pintoresco, los autóctonos de esta nuestra querida ciudad miran boquiabiertos, tomando instantáneas, viviendo y reviviendo espacios desde siempre nuestros, pero desde siempre también olvidados, postergados!

Los grupos convergen a las calles aledañas al Palacio de López, que también se ha vestido de nuevas galas para festejar los 200 años de la Patria, se agolpan pasando al lado de los barrios marginales, desprovistos del temor, que en cualquier otro momento acompañaría a cualquiera que se aventure a andar por esas calles y callejones normalmente desiertos.
En una que otra esquina están paraguayos y paraguayas que exhiben sus reclamos, sus sentimientos de marginados de una historia de décadas de penurias, nunca correctamente atendidas por los poderosos, pero aún sus protestas están investidas y arropadas por el sentimiento popular de Nación, fotos de próceres y héroes presiden sus improvisados altares de reclamos. Es el otro Paraguay, el de los rechazados, olvidados, convenientemente ocultos para que su imagen no incomode a los invitados extranjeros, pero que existen, son y están y nos recuerdan que no todo es motivo para festejar. Grupos de remeras multicolores y con banderitas arcoiris también hacen notar su presencia, reclamando los derechos de los que sienten diferente el mismo amor que todos compartimos con nuestros seres amados y por esa diferencia son injustamente disgregados de la sociedad "formal" y "seria". Ellos y ellas también son paraguayos y paraguayas!

En las imponentes pantallas se observan a los artistas de nuestra tierra entonando canciones que nacieron del sentir de los patriotas, los más viejos coreamos las letras, que remueven recuerdos de la memoria no tan lejana cuando esas mismas canciones eran proscritas y representaban para nosotros himnos populares que encarnaban los reclamos por un Paraguay diferente, más justo, más equitativo, más tolerante! Los más jóvenes miran embelesados y escuchan con atención, tal vez por vez primera, sintiendo en sus pechos bisoños los mismos sentimientos que nos hacen paraguayos y paraguayas.

El Himno Nacional es cantado por todas las gargantas, con unción, con alegría y con amor. Esa misma letra que cantamos obligados por los maestros y que nos parecía llena de palabras pesadas y sin mucho sentido, hoy renueva en nosotros el compromiso nacional por la unión y la igualdad!

Los discursos se suceden en tonos más o menos rimbombantes, más o menos emocionados, pero todos coinciden en exaltar los valores de la Historia Paraguaya, tantas veces manipulada y no pocas veces con posiciones maniqueas por los que la escriben en los libros y textos según las conveniencias, según las apetencias personales.

La noche se hace corta para tanta emoción, para tantas ganas de sentir la Patria en el pecho, en carne propia,   hay grupos que se marchan pero llegan otros y otros, con iguales sentimientos, con la misma necesidad de exteriorizar el sentimiento tricolor que desborda y se expresa en pinturas de banderas en los rostros, en remeras con franjas rojas, blancas y azules. Materializadas en escarapelas paraguayas prendidas en el pecho y en banderas y banderines de todos los tamaños y texturas!

Ni la lluvia, ni el lodo que queda en la tierra pisoteada y batida por miles de transhumantes paraguayos caminando en todos los sentidos en la Plaza, ni las imprevisiones y errores, siempre presentes en estos eventos populares y multitudinarios, son capaces de opacar el brillo de una Ciudad que se vistió con sus galas mejores y más caras al afecto de los suyos para festejar los 200 años de la República del Paraguay.

Restan como asignaturas pendientes los desperdicios dejados a su paso por la muchedumbre patriótica, algún que otro transeunte evacuando la vejiga en la vía pública al estilo paraguayo. Aun hay lecciones no aprendidas en los 200 años.

Y como gran desafío queda la tarea de capitalizar el sentimiento de Patria que hemos redescubierto algunos y que ha nacido tal vez por vez primera en otros, en ese abrazo de paraguayos sin distinción de colores políticos o de ningún tipo, en la maravillosa convergencia de todos en un solo grito: VIVA EL PARAGUAY.

Y en manos de los políticos legisladores y administradores de la cosa pública y de la justicia y en las de cada uno de nosotros los ciudadanos comunes, queda la misión, irrenunciable e irrepetible en la historia personal  de todos, de transplantar un poco de ese nacionalismo festivalero y fiestero a la acción cotidiana, al día a día, para que esta tierra paraguaya conozca por fin de mejores días y la alegría llegue a los hogares más humildes y siempre preteridos! Más allá de los cánticos y danzas, del vy'a guazu y de los fuegos de artificio hay una enorme cantidad de compatriotas que esperan recibir lo mínimo para ejercer la vida con dignidad.
Las condiciones están dadas y son promisorias y halagüeñas y el momento histórico no admite vacilaciones ni dudas es nuestro deber patriótico para poder decir: FELIZ CUMPLEAÑOS PARAGUAY, con la frente en alto y con grandeza. Si así no lo hiciéramos DIOS Y LA PATRIA NOS LO DEMANDARAN!

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