sábado, 17 de marzo de 2012

Orgasmo

Los jadeos se suceden
cada vez más cortos,
más urgentes,
dos cuerpos
danzando,
fundiéndose en uno,
arremetiendo,
golpeando,
alucinando.
De pronto el grito esperado,
con desesperación buscado,
el gutural gemido, a veces ahogado
y otras nítido,
que desde sus raíces en el alma, en el deseo,
irrumpe
abriendo el aire.
Un instante supremo,
un momento inasible,
precioso,
de gozo, de placer insoportable
Una explosión,
el estallido, el ápex;
décimas, milésimas de segundo,
un casi inexistente en el tiempo
y sin embargo,
perenne, a pesar de su breve existencia.
Los cuerpos convulsionan,
gotean,
se resbalan
y en el mágico instante,
parálisis del tiempo y de la carne,
se detienen,
flotando en el espacio,
finito e infinito,
al mismo tiempo;
vulnerables ante tanto placer,
el talón de aquiles
se expande
y se extiende a todo el cuerpo
todo invade
todo late
todo importa
y a la vez solo importan 
las dos almas
los dos cuerpos
que, de la animación suspendida
por el instante glorioso,
se despencan
de la cima
a la sima,
entre las sábanas
y del éxtasis majestuoso,
del sorbo exultante
de hidromiel hurtado del Olimpo,
vuelven, en tropel vertiginoso a la tierra,
a sus propias entrañas;
entrecortada respiración,
sabor a nada,
que acontece después
del milagroso momento
del orgasmo
17/03/2012
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