lunes, 2 de diciembre de 2013

CARTA DE UN MÉDICO DE ESTE SIGLO A ESCULAPIO Y A HIPÓCRATES



A ti gran Esculapio me dirijo como hijo tuyo que me siento, mi espíritu ávido de ciencia a veces desfallece ya cansado, tarde me he dado cuenta que ni soy Dios ni puedo jugar a serlo.
Mi vida privada la entrego con amor y sin egoísmo al paciente doliente, pero no puedo dejar de irritarme y sentir franca molestia cuando suena el teléfono en medio de la siesta o aún de madrugada porque una paciente que se siente en su derecho de interrumpir mis escasas horas de sueño por la abultada suma que paga al vil intermediario por el hecho de estar incomoda por los gases o simplemente quiere leerme los resultados de sus análisis que bien podrían esperar hasta mañana. Mi familia hace rato me ha perdido en las más nobles fechas, resignada. Bien lo sabías tú cuando decías lo propio de los impertinentes ricos y ya preveías, quien sabe ese adminículo diabólico que suena y suena sin cesar aun en momentos de intimidad sagrada en que intentas evacuar tus intestinos en el baño o cumplir con algún decoro funciones maritales. La respuesta debe ser rápida, implacable y absolutista inmediatismo que nos hace esclavos,mientras soñamos que estar conectados minuto a minuto nos hace libres.
Has descrito tan claramente las pesas y medidas que harán con la suma tu reputación y hoy muchos de tus hijos,  mis colegas, son apenas un espejismo incoherente e insufrible de algo de ciencia y mucho marketing, peligrosa mezcla que puede resultar en sufrimiento y muerte. Y exhiben multicolores diplomas y profusas fotos de cursos indescifrables en ignotos parajes de difíciles nombres, muchos de ellos ni tan reales ni tan útiles, como si con cursos y congresos pudieran substituir la empatía, el afecto, la atención y la ciencia guardadas en sus archivos neuronales (vacíos por lo general, en este nuevo tipo de espécimen de blanco delantal y sonrisa de comerciales de dentífrico).
Mis tiempos ya no son mis tiempos, se miden por relojes marcadores y por relojes también se mide mi relación con mis pacientes ya no puedo darme el gusto de oír relatos de padeceres o de pasar mi mano que examina por la región doliente, debo sumar pacientes, en número o planillas para recibir alguna exigua paga que pueda mantener mi imagen de exitoso.
El sacerdocio que auguraste ha perdido su brillo, ha perdido sus dotes confesionales y ha pasado a ser apenas un sutil espejismo, ya no se ocupan ni me ocupo de observar siquiera el rostro del doliente, menos aún las deyecciones o los líquidos, hoy nos llenamos de imágenes con luces y pantallas, costosos aparatos, estudios milimétricos y a veces insondables de mil números tal vez casi indosables y que expolian y dejan sin aliento a pobres como a ricos.
Y no solo en reuniones y banquetes te espetan sus síntomas y signos, sus dolores antiguos y recientes, reales e imaginarios, lo hacen por engendros tecnológicos donde el hablar es gratis y entonces igual de gratis pretenden el diagnóstico, la receta y la cura (birlando el justo y necesario pago), como si acto seguido pudieras pedir por el mismo artilugio,  comida gratis para ti y los tuyos o ropas a titulo gratuito, para cambiar aquellas ya gastadas.(los engendros de que te hablo, se llaman WhatsApp, line, vibber pero todos tienen en común la aparente y engañosa gratuidad y el hecho de hacernos tributarios de una comunicación constante y casi enfermiza y enfermante). Hoy ya casi no hablamos mirándonos los ojos, los destellos del alma que dan color y sentimiento a las palabras, leemos en pantallas luminosas, parpadeantes, inertes! No sé como te darías tu Esculapio con esta comunicación-incomunicación reinante.
Hoy no apenas, como tu auguraste, nos vemos solos en las tristezas y el dolor de la muerte, sino rodeados por una jauría que busca entre los despojos de los errores médicos o de la lógica limitación humana para enfrentar enemigos a veces invencibles,  alguna prueba, una marca, un mapa del tesoro que permita por arte de mamotretos jurídicos enjundiosos llevarles a riqueza y opulencia aunque para el médico eso encierre la muerte y destrucción no solo de riquezas sino del nombre y la imagen que tanto le han costado. No saben los neofitos que el error lleva consigo para cada uno de tus hijos el castigo perdurable en el tiempo mientras vivas, nadie recuerda mejor nuestras batallas vencidas que nosotros, hasta el momento postrero del último suspiro. Miles de éxitos quedan así opacados por errores reales o inventados hoy muy probablemente ni tú gran padre Asclepio o Esculapio hubieras sentido tan segura la libertad de tus huesos. 
Cuando a costa de gran esfuerzo y sacrificio, a veces absolutamente personal y en medio de la pobreza del hospital o institución en que te encuentras consigues vencer a la innombrable o el dolor alivias y devuelves al rostro una sonrisa, pocas veces oyes GRACIAS, antes bien dicen GRACIAS A DIOS, qué duda cabe que es Dios el que decide? Si tienes fe dirás en tu interior: he contribuido con El Supremo, será tu única alegría y satisfacción en este tiempo. Si hubieras nacido en esta era Esculapio padre de la medicina, tan amado, es posible que hubieras sido comerciante o abogado.
Y a ti Gran Hipócrates que con proverbial convicción juraste y con tu voz al unísono exclamamos un día idéntico y duro juramento.
Hoy te pregunto: A qué maestro habremos de rendir tributo y respeto si la enseñanza de tu amada disciplina no pasa de ser hoy un vil negocio?  o lo que es peor, los que estos días se llaman maestros (no me animo a las mayúsculas, pocos se las merecen)  no son más que burdos políticos de olvidada nobleza que trafican influencias y dinero.
A mis hijos y a los jóvenes que quieran escucharme, con tristeza les he dicho que salvo que vibren con la dolorosa pasión que me empuja y el amor que me carcome por cada hora de desvelo en frías y duras salas de hospitales, busquen horizontes más amables, trato de todos modos de entregar mi saber lo mejor posible aquellos que inocentes y llenos de entusiasmo casi infantil se acercan a beber de la fuente poco gentil casi siempre del hidromiel que significa aprender los secretos de la ciencia, dulce néctar a la vez que envenenado y tóxico brebaje.
Abortivos? Venenos? Hoy son repartidos a mansalva en oficinas, escritorios de burócratas del así llamado primer mundo, muchos de ellos juramentados como yo que han olvidado le máxima primera PRIMUN NON NOCERE, primero no hacer daño y matan biológicamente una vida que espera realizarse en ser humano y matan también sin miramientos el alma de la madre, para siempre marcada con llagas dolorosas por el acto de la muerte innecesaria del privilegio de la vida en sus entrañas.
El secreto médico hoy muchas veces es solo una quimera, hay que llenar planillas para que los amoa, los que en verdad reinan y mandan en la ciencia que has jurado y amado y que sin interés alguno en el bienestar de sus clientes, de quienes solo les importan las sumas de dinero y sin rubor en el rostro sueltan apenas migajas a tus hijos en cuyos hombros pesa el compromiso, mientras ellos disfrutan, libres de promesa o juramento, de inmensa riqueza amasada con el inicuo  instrumento de poner precio a la vida, a la salud, al dolor y hasta a la muerte y gracias a noches de desvelo de los que en inexplicable mansedumbre se avienen a esta nueva modalidad de esclavitud y latrocinio.
He tratado a pesar de todo como pocos, hasta este día y a pesar de los vientos crispados que amenazan hundir mis barcos cargados de ilusión y buena voluntad humana, a pesar de los dueños de empresas llamadas de “seguro” seguro que te roban, seguro que te estafan, seguro que te compran, seguro que te venden, seguro que al final no cubre nada cuando en verdad la muerte acecha, a pesar de todo ello, repito hoy mi particular compromiso y juramento:
JURO POR ASCLEPIO, HIGIA, PANACEA Y POR TI MISMO HIPÓCRATES HERMANO MAYOR MUY AMADO QUE SEGUIRÉ HACIENDO LO MEJOR QUE MI CIENCIA, MI MENTE, MI LUZ Y MI ALMA LLENA DE AMOR ME PERMITAN HACER, POR ENCIMA DEL MIEDO A EQUIVOCARME, MAS ALLÁ DE LA MISERA PAGA, PASANDO CUAL GALOPE POR LAS INICUAS PLANILLAS DE LOS VILES LADRONES, RESIGNÁNDOME A LA ESCASEZ DOLOROSA DE SALAS Y HOSPITALES Y AÚN ANTE LA REAL AMENAZA DE PERDER MI BUEN NOMBRE, MIS POCAS PERTENENCIAS, MI LIBERTAD E INCLUSO ANTE LA CERTEZA DE QUE LA PARCA UN DÍA EXACTO HABRÁ DE TOMAR MI PROPIA VIDA, ROBÁNDOME EL  ALIENTO, A PESAR DE TODO ELLO JURO QUE SEGUIRÉ AMANDO MI ARTE Y MI CIENCIA ENTREGADA A MIS PACIENTES OFRENDANDO MI VIDA Y MI RESPIRACIÓN, MI CIENCIA Y MI CONCIENCIA, MI EMPATÍA Y MI AFECTO  EN CADA INSTANTE DE BATALLA CONTRA EL DOLOR Y LA IMPLACABLE MUERTE.


DR. JUAN PABLO SERVÍN
MEDICO GINECOLOGO
 PROMOCIÓN 1990

REGISTRO PROFESIONAL 4.358